"...El desaparecido Javier Tusell, con una visión más amplia de la
cuestión, señalaba que «para los historiadores, la supervivencia de
los archivos y la accesibilidad de los mismos no sólo resulta esencial,
sino imprescindible para reconstruir el pasado». Nos encontramos,
pues, ante una formulación mucho más adecuada: la pervivencia de
los documentos, hecho que puede ser observado desde varias facetas,
y la accesibilidad".
José Ramón Urquijo Goitia"Archivos e historia contemporánea"
Instituto de Historia. CSIC
Por supuesto que para los historiadores la supervivencia de los archivos y la accesibilidad de los mismos constituye una cuestión imprescindible. Pero, hasta hace bien poco, a los archivos se accedía mediante acreditación y carta de presentación de un profesor universitario, así entré yo por primera vez en el Archivo General de Indias, ya licenciada en Geografía e Historia. Lo que no es de recibo es la accesibilidad mediante el DNI como sóla acreditación. Eso no es hacer a la cultura popular, eso es lo que ahora está tan de moda denominar como "populismo". Cualquiera no puede entrar en un archivo, lo mismo que cualquiera no puede entrar en una sala de operaciones ni en un observatorio astronómico. Con demasiada frecuencia se confunden churras con merina y la raza de estas ovejas es distinta. Así pues, distinta también la capacidad de un ciudadano de a pie ante un archivo, que la de un historiador y un archivero.
Si queremos que se conserven y preserven bien los documentos, el trato que se les debe dar debe ser el adecuado; nadie, pues, debe entrar en un archivo sin una adecuada formación porque debe saber la persona qué es lo que hay en un archivo y cómo ha de tratar su contenido. Cuidar actitud y aptitud, no basta con llenar una sala de investigación de personal de vigilancia y de cámaras; una vigilancia adecuada es necesaria con personal y cámaras, pero nadie va a evitar el maltrato que un profano haga de la documentación, porque aún estando detrás, la persona no es una marioneta articulable que podamos manipular, sino que debe ser su actitud ante la documentaión la que determine su comportamiento.
Son los profesionales quienes sabrán exponer las circunstancias históricas que condicionan y hacen la Historia, que condicionan conceptos y usos en los archivos, que son los garantes de identidad, de derechos; y serán los profesionales quienes sabrán ver y exponer los cambios en la finalidad ética de los archivos que están al servicio del poder, de la administración, del ciudadano, de la Historia, de la verdad.
Nada, tampoco, de dejar acceder a los archivos a los intrusos profesionales, personas que no siendo ni historiadores ni archiveros, se dejan llevar por el gusto a la Historia y quieren ser más papistas que el Papa y ex cátedra publican sus conclusiones nada científicas y muchas amarillistas. Nunca debe ocupar el sitio de un profesional un no profesional, luego, intruso en la materia.
Distinto es cuando un profesional con todas sus credenciales se acerca a un archivo y la arbitrariedad de la autoridad de turno le impide el acceso. Eso debe ser un delito aunque no está tipificado como tal. Antes de la ley del DNI dichoso, la tarjeta de investigador expedida en cualquiera de los archivos nacionales era credencial respetada en cualquier archivo que, supuestamente, debía dar acceso al investigador que la portaba; pues si una persona estaba habilitado para investigar, por ejemplo, en el Archivo General de Indias, estaba en condiciones suficientes y bastantes para investigar debidamente en otro archivo.
En el texto que se presenta cabe aún reparar en otros conceptos más, como el concepto de conservación, eliminación y expurgo. Si es fundamental la conservación, fundamental es que la documentación ni desaparezca ni se elimine. Siemrpe me ha horrorizado la tría, el muestreo, aunque sea en series calificadas como expurgables. Se me ocurre que si se busca un dato puntual no será posible encontrarlo porque, precisamente, habría sido objeto de expurgo. ¿Qué pasa si es necesaria justo la documentación que se determinó como expurgable y se hizo desaparecer?. De acuerdo que el espacio escasea en muchos lugares pero hay que arbitrar formas, teniendo en cuenta que un original en papel, nunca es sustituible por una copia digital por mucho carácter de original que se le atribuya. La perfecta reconstrucción del pasado no se hace sobre lagunas y arenas movedizas sino sobre un desierto extenso que hay que convertir en oasis. No se trata de una postura conservadora, que sin duda lo es, se trata fundamentalmente de lógica y de verdad. La historia que se encerraba en los archivos eclesiásticos quemados en la Guerra Civil, ya no se puede reconstruir, por citar un caso; tampoco hay que dejar que la inventen intrusos profesionales o supuestos eruditos locales con ganas de entretenerse o gente que entra porque sí en los archivos con una idea preconcebida y todo lo que van a ver será desde su óptica y nada más, sus resultados amarillearán la cultura cuando publiquen resultados; porque una vez publicado o difundido, como si fuese algo bueno y científico, "adquiere" de alguna forma revestimiento de tal. Con lo cual se juega con la mentalidad de la sociedad, con sus creencias, con sus verdades y mentiras, con sus valores, con sus conceptos del bien y del mal. Los resultados pueden ser fatales. La Historia y los Archivos deben quedar siempre en manos de sus profesionales.
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