Entre los criterios que
han motivado su declaración están:
Criterio (i). Los dólmenes de Antequera se
encuentran entre las manifestaciones de la arquitectura megalítica más
destacadas y reconocidas universalmente. El ejemplo más representativo es el
dolmen de Menga, uno de los de mayores dimensiones —ejemplo de colosalismo y
único conocido que presenta pilares interiores—, que lo convierten en una de
las cumbres de la arquitectura adintelada en la Prehistoria Reciente europea,
cuya grandiosidad radica precisamente en la creación de un espacio interno
realmente asombroso que no encuentra paralelismos en el Megalitismo mundial.
Criterio (iii). El Sitio de los Dólmenes de Antequera ofrece una
visión excepcional de las prácticas funerarias y rituales de una sociedad
prehistórica altamente organizada del Neolítico y de la Edad del Cobre en la
Península Ibérica. Los Dólmenes de Antequera materializan una extraordinaria
concepción del paisaje megalítico, siendo exponentes de una auténtica relación
con los monumentos naturales a los que están vinculados intrínsecamente.
Diferenciándose de las orientaciones canónicas hacia el amanecer, esta relación
muestra las orientaciones anómalas de sus monumentos megalíticos: Menga es el
único dolmen en Europa continental que se orienta hacia una montaña
antropomorfa como La Peña de los Enamorados; y el tholos de El Romeral, orientado hacia la sierra de El Torcal, es
uno de los raros casos en toda la Península Ibérica de orientación a la mitad
occidental del cielo. Este criterio toma como fundamento el hecho de que el
conjunto formado por los tres monumentos megalíticos y los dos monumentos
naturales representa una tradición cultural muy particular que a día de hoy ha
desaparecido.