LA CENA sale de la Iglesia de Los Terceros el Domingo de Ramos.
La actual Hermandad de la Sagrada Cena es fruto de la fusión de tres Hermandades diferentes: la de la Sagrada Cena, la del Cristo Humillado y la de Nuestra Señora del Subterráneo.
Los primeros datos fundacionales de la Sagrada Cena se remontan al siglo XVI y sus primeras Reglas datan de 1580, estando establecida en la parroquia del Omnium Sanctorum. Coetáneamente, en la parroquia de San Nicolás de Bari, se daba culto a Nuestra Señora del
Subterráneo, que se convierte en Hermandad en 1587. En 1613, a esta última corporación se le unió la Cofradía del Cristo Humillado que provenía del Hospital de San Lázaro; pero no es hasta 1621, cuando ésta traslada a la Iglesia de San Basilio, uniéndose igualmente, a la Hermandad de la Sagrada Cena.
La actividad de la Hermandad pasa por dos períodos diferentes, uno que va desde principios de siglo XVII hasta finales del XVIII, y otro desde 1877 hasta nuestros días. Entre ambos, un espacio de inactividad que coincide con la decadencia de la fábrica del convento de San Basilio. El año 1768 marca el comienzo de la decadencia de la Hermandad. En 1790 se aprueban nuevas Reglas, sin nazarenos.
Las circunstancias azarosas se agravan con el continuo traslado de templo en templo, que daría con las imágenes en San Gil, luego de vuelta a San Basilio, posteriormente al convento de Belén y luego a la parroquia de San Vicente Mártir.
En 1868, con la Desamortización de Mendizábal, la Hermandad perdió casi todos sus enseres, estando al borde de la desaparición. Algo más tarde, y aún en esta parroquia de San Vicente, un grupo de cofrades solicitaría del Arzobispado la aprobación de nuevas Reglas, lo cual se consigue finalmente en 1876, año en que se reorganiza la Hermandad con sede en la parroquia de Omnium Sanctorum, a donde se traslada en 1880.
Con los saqueos e incendios a manos del Frente Popular en 1936, al incendiar la parroquia del Omnium Sanctorum, se ve obligada nuevamente la Hermandad a trasladarse a los Terceros.
En 1938, el escultor Antonio Bidón Villar realiza un nuevo apostolado, actualmente en Puente Genil (1983) y deja de salir el Cristo de la Humildad y Paciencia. En los Terceros se mantiene hasta 1958, pasando a la iglesia de la Misericordia.
En 1973 regresa al Templo de Los Terceros, al haber concedido el Cardenal Bueno Monreal a la Hermandad la administración de la Iglesia de Ntra. Sra. de Consolación, vulgo Los Terceros; y al año siguiente vuelve a procesionar el Cristo de la Humildad y Paciencia. A partir de ese momento el número de hermanos aumenta considerablemente, se recupera el culto al Santísimo Cristo de la Humildad, y los cultos en honor de sus Titulares pasan a ser de los más lucidos de la ciudad.
Finalmente, en el año 1995, la Hermandad se fusiona con la de la Esclavitud de Nuestra Señora de la Encarnación, residente asimismo en la misma iglesia de los Terceros.
El primer paso representa el momento en que Jesús instituye la Eucaristía. Todos los Evangelios recogen la última cena del Señor con sus discípulos, pero solo Marcos y Lucas mencionan la institución de la Eucaristía.
La imagen de Jesús es una talla de cuerpo completo para vestir de 177 cm, en madera, de Sebastián Santos Rojas (1955), cuyos honorarios fueron 25.000 pesetas. Como dato curioso, el Señor carece de la habitual preparación de yeso en la cabeza y en manos. En su lugar lleva una preparación de goma laca previa a la policromía. La razón para esto es que la cabeza y manos fueron talladas con tanto esmero, que el artista no quiso correr el riesgo de desmerecerla con la aplicación del yeso. Las imágenes de los apóstoles son obra del escultor Luis Ortega Bru (1975-1982), aunque Manuel Hernández León realizó cuerpos nuevos para varios de los apóstoles en 1985.
En el segundo paso se representa a Cristo en los momentos de la preparación del suplicio en la cruz. Jesús aparece pensativo sentado en una peña, imagen anónima de principios del XVII o finales del XVI, de pasta de papelón, que mide 100 cms. Se presenta a Cristo desnudo y cubierto por el paño de pureza. La postura es sedente con el codo derecho apoyado sobre el muslo derecho y la mano sosteniendo la cabeza en la mejilla. Fue restaurado en 1900 por Andrés Cañadas y en 1996 por Silvia Patricia Martínez García-Otero.
La Dolorosa está realizada en madera de cedro y mide 155 cms. Es una imagen de vestir, con candelero de base ovalada de siete listones que le arrancan de las caderas. Tiene la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha y la mirada baja y frontal. Los ojos son pintados, de color castaño con pestañas postizas en el párpado superior. Bermejo la atribuye a Juan de Astorga y Moyano 1829. Sin embargo, existen dudas al respecto de que la talla de Nuestra Señora del Subterráneo se deba a Astorga, por lo que la Hermandad estima prudente afirmar que se trata de una talla anónima de finales del XVIII y principios del XIX, a la espera de nuevos documentos que puedan aportar nuevos datos que aún desconocemos. La imagen de la Virgen fue restaurada por Manuel Gutiérrez Reyes-Cano en 1902, por Sebastián Santos Rojas en 1948 y por el IAPH en 2004
Finalmente, la Virgen de la Encarnación es obra anónima, de mediados del siglo XVII, aunque con atribución más que justificada al maestro Juan de Mesa. Esta imagen de candelero representa una advocación gloriosa de la madre de Dios, en actitud de meditación, como demuestra el libro que sostiene habitualmente entre sus manos.
La Santísima Virgen fue la imagen Titular de la Hermandad de la Esclavitud de Nuestra Señora de la Encarnación, fundada a mediados del XVII por don Manuel Segura y don Alonso Jiménez, ambos enterrados en la capilla propia de dicha Hermandad en el Templo de los Terceros y que hoy se encuentra destruida.
Pese a su pujanza antigua, la Hermandad de la Esclavitud languideció durante el siglo XIX y se mantuvo en estado latente durante el siglo XX, estando en trance de desaparición en más de una ocasión. Finalmente, en 1996 se fusionó con la Hermandad de la Cena que, desde entonces, intenta propagar la devoción de esta joya mesina. Así, desde 2006 la Virgen de la Encarnación procesiona por las calles de la feligresía durante la primera semana de octubre, mes en el que se celebra triduo. Su besamanos, en cambio, se sitúa en marzo, previamente a la Semana Santa, dedicándosele entonces Solemne Función.
Fuente: La Hermandad.